– ¿Su profesión?
– Soy poeta. Supongo.
– Nada de supongos aquí. Ponte derecho. No te apoyes en la pared. Mira al tribunal. ¿Tienes una profesión estable?
– Creía que eso era una profesión estable.
– Pero en términos generales, ¿cuál es tu especialidad?
– Soy poeta, traductor poeta.
– ¿Quién te ha reconocido como poeta? ¿Quién te ha metido en las filas de los poetas?
– Nadie. ¿Quién me ha metido en las filas de la especie humana?
– ¿Has estudiado para serlo?
– ¿Para ser qué?
– Poeta. ¿No has encontrado la manera de proseguir tus estudios en el instituto, donde podías prepararte y aprender?
– Nunca he creído que eso fuera material de enseñanza.
– Entonces, ¿qué?
– Creo que eso… viene de Dios.
(Diálogo que tuvo lugar en la mañana del 18 de febrero de 1964 en el Juzgado de Distrito de Leningrado entre la jueza Irina Savaleva y el “parásito social y vago maleante” de 24 años Joseph Brodsky, quien, 23 años más tarde (en 1987) y a los 47 años, alcanzó el Premio Nobel de Literatura).
Publicado in Poemas Plagiados, de Esteban Peicovich, 1.ª edição, Buenos Aires, Bajo La Luna, 2008, página 72.